7 jun 2015

Cita con el notario

El lunes vino el notario a casa.
Anteriormente ya me había hecho una visita de cortesía, digamos que para analizar mi estado fisico y mental. Como debe de ser, sí señor, porque un notario no puede hacer chapuzas.

Se trataba de hacer un poder para que mi hijo pueda gestionar cualquier asunto en mi nombre, ya que yo no puedo salir, ni hablar, ni firmar, ni nada de nada.

Todo estaba preparado y hablado para ese día a las 10h30. Si yo pudiese controlar la situación, hubiéramos estado todos listos, por lo menos media hora antes, por si acaso. Soy así, no lo puedo remediar. ¡Me pongo nerviosa si no lo tengo todo bajo control!


Bien, pues Cristhiam, uno de los testigos, olvidó sus documentos. Mira que lo pensé, si pudiese le hubiera llamado, pero no dije nada para que no me dijeran que me preocupo sin motivo.
Mi otro testigo se fue con toda la calma a sacar a su perro, eso sí, llegó a la hora en punto, al mismo tiempo que el notario. Pero como dije antes, para mí la hora en punto es tarde, je,je!!
Mi hija siempre tan oportuna, se metió en el cuarto de baño. La otra, la menor, que llevaba 7 días esperando el nacimiento de su segundo hijo, se puso de parto esa mañana, mientras "el apoderado" ya había salido disparado en el coche para recoger los documentos de Cristhiam.

¡¡Qué dolor de barriga, madre mía!! ¡Menos mal que estoy entrenada a aguantarme! Después de tanto tiempo, qué remedio...
Finalmente todo salió bien, entre otras cosas porque nuestro notario no era un "estresado", sino una gran persona.

(Escrito con la mirada)