21 feb 2017

La bruja

No penseis que estoy desvariando, ni loca, ni obsesionada por el pasado. Estoy perfectamente lúcida y cuerda. Quien me conoce sabe que no creo en nada y que soy la sensatez personificada. No obstante, hubo cosas muy raras en el comportamiento de Manuel el día de su muerte.
Voy a ser objetiva y limitarme a narrar hechos, además conocidos de todo el pueblo.

Había una mujer en el pueblo que decían que era bruja, que lo aprendió de su madre. Sin embargo, yo recuerdo que la madre falleció siendo yo una niña y no le tenía ningún miedo. Pero a la hija sí, y tanto, y no solo yo. 
Era muy rara, nunca la vi sonreír. Llevaba siempre una especie de chal de color oscuro reliado en la cabeza, muy abultado, mientras las demás mujeres usaban un pañuelo fino para protegerse el cabello del polvo y demás (era una vida de campo muy dura y nuestros mayores tenían sus costumbres muy sabias, aunque a los jóvenes nos parecieran ridículas). 

Si mal no recuerdo, su persecución, envidia, odio ó lo que fuese hacia mí, empezó cuando se supo que Manuel y yo eramos novios, hecho paradójico ya que su marido, al que no recuerdo, era tío de Manuel y sus hijos eran primos. Lo que no sé es la relación que había por parte de las cuñadas políticas. 
Nunca le hice nada feo a esa mujer, la saludaba educadamente como a todos, era amable y servicial, así me recuerdan todavia los mayores, una niña mona y sonriente, algo tímida... 
Tampoco su hijo me pretendió nunca. Además era bastante mayor que yo. Recuerdo cuando volvió de la guerra, como siempre que volvía cualquier soldado sano y salvo, toda la aldea iba a saludarle. Yo estaba con mi prima Idalina y no quería ir, pero pensé que con toda la gente que había en la casa, ella no me iba a hacer nada, y fuimos. No se cabía en la entrada, nos colamos entre la gente, le saludamos y volvimos a la puerta. Indiferente a todos los allí presentes esa mujer subida encima de algo, no me quitó la mirada. Sentía sus ojos sobre mí y le murmuré a mi prima: "¿Me está mirando?" - Sí, no te quita los ojos de encima, si quieres nos vamos- y nos fuimos. 
El caso es que ella vivía a un lado del pueblo que no nos cogía de paso. No era vecina ni amiga y mucho menos intima, así que cuando empezó a enviarme recados para ir a su casa para escribirle una carta ó cualquier otro pretexto igual de incoherente (hierbabuena, limpia-metales, té y cosas absurdas) evidentemente hacía como que no me había llegado, ya que sus nietos habían ido conmigo al colegio y tenía vecinas y gente cercana a quién pedir esas cosas. 
¡Me hubiese muerto antes de estar a solas con ella en su casa! 
 Aún así se las arregló para cruzarse conmigo a solas, acercarse a mí y cogerme las dos manos sin decirme una palabra, ¡si esto es normal entonces yo estoy pirada! 

Pero el día que más me asustó fue la vez que venía yo del pozo con mi amiga Maria, cada una con un cántaro de agua, riéndonos de lo que veníamos hablando, cuando sale esa mujer de una tienda, se dirige a mí y suelta en portugués "No te rías que más has de llorar, porque donde yo pasar no te vas a casar que te lo voy a fastidiar". Y pasó a mi lado rozándome. Nos giramos las dos y Maria le dijo "¿Y si nosotras te cogemos y te damos una paliza?" 
Soltó una carcajada horripilante y dijo "A mí nadie me coge" y prácticamente dobló la esquina sin que la viéramos caminar. 
Lo recuerdo como si fuese hoy. Pena que Maria no está en Internet para corroborar lo que digo. 
Mi agua era para mi vecina, una viejita encantadora que cuando me vió llegar pálida y a punto de llorar, me hizo una infusión mientras yo le contaba el episodio. Ella se lo contó a mi madre y yo también, Maria lo dijo en su casa y casi todo el pueblo se enteró, nos preguntaban si sería una broma y nosotras que no. 

Así que cuando pasó lo que pasó todos recordaron la historia.
Resulta que la moto era del hijo de la BRUJA. Cuando le vi, solo unas semanas después le hice la pregunta que me atormentaba: ¿Por qué no le diste el casco por Dios? No hubiera muerto... 
El pobre chico, me dijo que fue a casa a buscarlo y no estaba en su sitio, que le preguntó a la madre y le dijo "Yo qué sé". 
Este chico falleció muy joven de no sé qué enfermedad. 
Que me perdonen sus familiares pero tengo que confesar que cuando murió la BRUJA me sentí liberada, aunque ya había puesto distancia kilométrica entre ella y yo. 

Que cada uno piense lo quiera, ha pasado una vida y nunca lo olvidé. 

(Escrito con la mirada).