8 sept 2010

Viaje a Alemania: El regreso

De vuelta al hotel, seguí las recomendaciones del médico quedándome tumbada en la cama.
Los anunciados dolores de cabeza se manifestaron violentamente a lo largo de la noche, pero pasadas 12 horas ya estaba en forma y aprovechamos los días de espera para el reimplante, haciendo alguna excursión.
Visitamos el Palacio de Benrath, fuimos al Museo y Aquazoo Loebbecke y nos dimos un banquete de carnes, verduras, patatas... plato estrella especialidad de la región de cuyo nombre no me acuerdo, pero del que adjunto una foto muy representativa, y llegado el momento volvimos a la clínica.
Esta vez no hubo malentendidos, o eso creo, pues espero que no me hayan inyectado las células de otra persona... Una vez realizada la punción, me dejaron dormir unas horas y nos despidieron deseándome suerte.
La última cena en nuestra plaza favorita también tuvo su anédocta. No sé si habeis visto alguna vez estos WC públicos que son como cabinas de teléfono circulares, en acero gris y cuya puerta se abre insertando una moneda... Pues esa tarde decidimos utilizar la que estaba en la plaza y nos jugó una mala pasada, o es que no estaba pensada para sillas de ruedas... El caso es que se tragó la 1ª moneda y cerró la puerta dejando fuera a Mylena, quien no tuvo + remedio que meter otra. Mientras Rosa me ayudaba a sentarme en el inodoro, la puerta volvió a abrirse pero esta vez no hubo forma de cerrarla, o sea que tuvimos como espectadores a todos los taxistas de la parada de taxis, situada justo en frente. Si añadimos el complicado sistema giratorio y automático del invento, mi tendencia a reir en momentos críticos y la de mi hija pequeña a hacer comentarios graciosos, creo que habría material más que sobrado para un vídeo de cámara oculta.
A la mañana siguiente hicimos en coche los 200 km. que nos separaban del aeropuerto, esta vez de día, admirando el verde y frondoso paisaje de la campaña alemana.
El embarque fue algo caótico, pues a pesar de haber imprimido nuestra reserva en la que se especificaba que había una persona en silla de ruedas, nadie tenía esa información. A la hora de subir al avión se repitió la escena de mis dos hijos mayores vigilando el ascenso en silla, que se hizo en regla... pero ¡ay! estos niños tenían que dar la nota. Tan pronto como llegué arriba, ellos se saltaron el cordón de "Prohibido el paso" inmediatamente detenidos por una azafata que no quizo atender a explicaciones, iniciandose una discusión que alcanzó un registro subidito de tono. Cuando por fin les dejaron pasar y me vieron junto a la ventanila, mi aspecto debía ser patético porque Rosalia me señalaba y en un inglés que yo ignoraba que hablara y el (sí) "familiar" tono de cuando le hierve la sangre, exponía el motivo por el que quería subir. Su hermano, mediando a su favor pero tratando de apaciguar los ánimos, los pasajeros disfrutando del espectáculo, y yo pensando "Tierra trágame".
No sé si por el dolor, los nervios o todo junto, apenas habíamos despegado cuando sentí que me invadían las náuseas y el mareo. A punto de perder el conocimiento, ví cómo nuestra "azafata de la discordia" desplegaba todo el sistema de primeros auxilios, irreconocible y encantadora, ignorante, la pobre criatura, de que también le ibamos a fastidiar la breve escala en Sevilla (muy a pesar nuestro, todo hay que decirlo).
Os cuento, durante la estancia en Alemania, Jon mantuvo conversaciones telefónicas con Aena en las que le aseguraron que a la vuelta nos esperarían como es debido. Así que la indignación de mi familia al ver que nos esperaba la misma ridícula silla de juguete, no tuvo límites. Mientras Rosalia, la tripulación y yo, esperábamos arriba, abajo, los de la silla, se enfrentaban a la rotunda negativa de los míos a usarla. Unos argumentaban que tardarían mucho tiempo en ir y volver con el equipo adecuado, otros que no tenían prisa y que cuanto + tiempo perdieran discutiendo, + tarde se les iba a hacer.
En fin, como la razón estaba de nuestra parte, acabaron cediendo y dando media vuelta de vacío ante la mirada atónita de la azafata, quien tras preguntarnos qué estaba pasando, nos dió la razón, no sabemos si de buena o de mala gana. Cuando volvieron con una silla sube-escaleras perfectamente apta para la circunstancia, ya estaban entrando los pasajeros del próximo vuelo. Fin del viaje.
Me queda hacer 2 observaciones:
1º Si disponen del material adecuado, ¿por qué demonios no lo utilizan siempre?
2º Me parecería más lógico que instalaran primero tranquilamente a las personas con discapacidad, y no a la inversa.
También me pregunto porqué los aviones no estan equipados de asientos individuales para los enfermos y un acompañante.

5 comentarios:

  1. Estava mesmo á espera desta. óxalá a lessem todas as pessoas
    que tem a possibilidade de mudar este cenário.
    Foi uma viagem em que mais uma vez mostras-te que tens fibra e és lutadora.O clã Adilia aires tambem esteve á altura...tive esperança que corre-se melhor,mas para a frente é que se segue
    e com ãnimo pois o desanimo não ajuda ninguem
    sempre contigo

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  2. Bueno, bueno... como siempre, sin desperdicio. Lo pasamos genial, poniéndonos ciegos de salchichas (eh mamá? tú le dabas, como dice mylena "con las 2 piernas"), de cerveza... hacía un tiempo fantástico! Vamos, de verdad que aunque el objetivo del viaje en sí no diera un resultado extraordinario, me alegro muchísimo y siempre me alegraré de haber hecho ese viaje. Lo pasamos muy bien, y tú también disfrutaste mucho... y no es de extrañar, siempre te ha encantado viajar y ver lugares nuevos, y las circunstancias no iban a quitarte las ganas! Para quedar en los escritos lo de los servicios esos móviles, que como dice la palabra, no paraban de moverse, jajaja!! Se movía la puerta, el suelo ese loco... todo ahí a su rollo y nosotras enseñándoles tus encantos a todo el que pasaba por delante!! Y tú con tu ataque de risa, porsupesto...
    Ni el caótico embarque ni el desembarque chafaron absolutamente el encanto de esa semana, casi diría que le añadió emoción, que no hubo poca!!
    TQ.

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  3. Cada vez me asombras más.¿Cómo pueden pasar tantas cosas increíbles a una misma familia...? menos mal que siempre terminais disfrutando de lo sucedido y os lo tomais con un sentido del humor espectacular..Aunque imagino que los momentos críticos lo veriais todo negro...Lo de los servicios móviles a mi me resultaría espantoso, contado por tí me hace reir. Sobradas emociones para un viaje así...Besos. Mari Carmen

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  4. Vaya! Se me amontono el trabajo y me he topado con la agradable sorpresa de 'el regreso'.
    Mi viaje fue a Colonia, ciudad mas pequeña q Dusseldorf, pero de exquisita cerveza y cocina.
    La atencion en la clinica fue buena,el medico español nos esperaba y no me cobraron hasta hecha la extraccion.
    Al parecer, todo viaje a tierras germanas lleva implicito un altercado con una ventanilla y....una 'foto interviu', pero tu ganas en publico!!! Jejeje
    el mio fue en la antesala al quirofano el dia de la extraccion, el cirujano aleman y el ATS empezaron a despelotarse ante mi perplejidad -para vestir ropa aseptica- y me 'invito a hacer lo mismo, 'todos al lio'
    Tu viaje fue mas cultural, yo me limite a la catedral y un empacho en el Museo del chocolate
    ¿Te volvio a tocar ventanilla??!!!
    Besos

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  5. Hola Adilia vengo a saludarte que hace tiempo que no paso por aquí y he estado leyendo las cosas que cuentas. Me gustó esta entrada porque me gustaron las fotos que pusiste.
    Y respecto a tu pregunta del final yo creo que la razón principal es que no nos damos cuenta, no lo vemos, no sabemos, no entendemos porque esta sociedad hay muchas cosas que no explica... Y aunque lo tengamos delante de nuestras narices no lo vemos, creo que es eso... ignorancia

    Un saludo

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