26 dic 2016

Una historia de amor (1ª parte)




Un trozo de mi juventud del que hasta ahora, y aún que han pasado 46 años, no podía hablar...
Hoy que mi vida se puede acabar en cualquier momento, pienso que es una pena no compartirlo con mis lectores y enterrarlo para siempre.

También quiero que mis hijos, que nunca me han hecho preguntas, no se queden con la duda de porqué nunca les he hablado de esta parte de mi vida. Simplemente lo he guardado...

Manuel y yo nos conocíamos de toda la vida, como suele suceder en las pequeñas poblaciones. Además casi todos son familia, yo misma tenía en la puerta de al lado una tia y cuatro primos, 2 chicos mayores y 2 chicas, una de la edad de mi hermana Maria y la segunda como nosotras, las gemelas. Juntas formábamos un grupo de 5 chicas imprescindibles para cualquier evento juvenil.

Entonces, el graduado de Educación General Básica, eran 4 años, entrábamos con 7 años y el que no repetía salía con 11. Y luego, los niños a ayudar a sus padres en el campo y, las niñas, a las tareas domésticas: lavar la ropa a mano, amasar el pan de la semana, limpiar, planchar, hacer los mandados, y en los momentos libres coser, tricotar, bordar y cuidar a los hermanos.

Un día vinieron mis tías, que estaban sirviendo en "una buena casa". Querían llevarse a mi hermana María, que tenía casi 14 años, para cuidar a los niños de la casa, con toda la buena intención de ayudar a mi madre. Pero mi hermana se negó rotundamente y yo que estaba presente, ví la cara de mi madre que no la iba a obligar, pero que le venía bien una boca menos y una ayuda de dinero... Entonces dije casi sin darme cuenta: "Puedo ir yo".  Todos me miraron, y una de mis tías dijo, eres muy chica pero te vienes con nosotras a pasar unos días y ya veremos...

Así fue como pasé 2 años fuera de casa, lejos de mi familia y amigos. Le enviaba todo el dinero a mi madre, porque me daban la comida y entre mis tías y la señora de la casa me compraban la ropa. Recuerdo cuando me vino la primera regla, y cuando mi tía Irene, muy hábil para la costura me hizo mi primer sujetador, de cuadritos azules y blancos.  Es curioso cómo recordamos cosas tan insignificantes...

El caso es que me mimaban más que en mi casa. Así que cuando después de cumplir 13 años anuncié que quería volver a mi pueblo, fue como si hubiera hecho estallar una bomba. Nadie entendía porqué quería irme de Estoril a una aldea perdida en medio de la nada... ¿Pero por qué y por qué y por qué? Yo lo había meditado muy bien (ó sería el destino que me empujaba). Solo sabía que no quería ser una criada el resto de mi juventud. Ya tenía edad de trabajar en el campo y me fui... ¿Estais pensando qué niña tan responsable? Es que nos inculcuban desde niños la idea de que eramos una carga, que había que buscarse el pan y salir de casa antes de los 20 años. Pobre chica que cumplida esa edad no tuviera novio... Ya era un bicho raro...

No fue mi caso, se había ido una niña y volvía una adolescente seria y centrada. Los chicos me miraban, pero Manuel no dejó que nadie se le adelantara, empezó por enviarme cartas a través de cualquier niño a cambio de 20 centavos, yo no contestaba pero cuando nos cruzábamos en la calle él sabía que las leía, esas cosas se notan...

Así empezó nuestra historia, él tenía 16 años y yo 13.

Al principio yo pensaba que era muy jovencita para tener novio y tampoco sabía si él me gustaba. Fue pasando el tiempo e iba comparando conversaciones y actitudes de otros jóvenes y definitivamente, para mí, era el más interesante. Él que mejor escribía, el que tenía las ideas claras, el más sincero, el más todo. No era el más guapo, pero sus ojos reflejaban inteligencia y lealtad.

Un día ya tenía yo 14 años, me envió una nota que decía más ó menos esto: "Tengo que decirte algo muy importante y urgente, sal a la puerta de tu casa que pasaré en bicicleta". Así lo hicimos, y me dijo casi sin respirar, no fuera a venir alguien: "Me alisté en la Marina y me han llamado, son 4 años, te escribiré todos los días, vendré cuando pueda, espérame y nos casaremos cuando vuelva". Por fin pude hablar y dije, con una sonrisa para atenuar mi respuesta: "Pero si no somos novios". Me dijo: "Haré que me quieras porque para mí no existe otra chica, por favor escríbeme". Y se fue porque de mi casa salía alguien, no recuerdo quien.

CONTINUARÁ

(Escrito con la mirada)

5 comentarios:

  1. No sé porqué tengo tan buena memoria... Emaganizar toda una vida, no sé si es bueno...

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  2. CADA DIA TE ADMIRO MAS, AMIGA. ERES UN GRAN EJEMPLO DE FORTALEZA, INTELIGENCIA Y AMOR.

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  3. Siempre he pensado que esas vidas eran digno de admirar. Ahora todo es al contrario y pocos jóvenes ven las necesidades que hay en sus casas. Reconozco que mi vida fue al contrario de tu vida, pero creo que eso me ha servido para intentar ayudar a la gente.

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  4. Gostei tanto de ler Adilia, foi tão bonito, tem coisas que na vida nunca esquecemos. Obrigada por partilhares as tuas memórias connosco.

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  5. pois que dizer? eu vivi muitas coisa contigo. levarem-te para Lisboa,foi como uma punhalada em pleno peito. isso eu lembro muito bem. acho que de nós duas ,não foste a que teve a pior parte até aí. Depois tanta coisa aconteceu. a tua história de amor foi de facto muito bonita. não tenhas pena. Há quem não tenha nada para recordar.

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