2 jun 2012

Vacaciones (Parte I)

No se puede hablar siempre de ELA, la intrusa que apareció un dia para fastidiarnos la vida...


Yo no podría inventar nada, por eso siempre cuento cosas de mi día a día ó recuerdos del pasado, salvaguardando los más intimos ó aquellos que impliquen malestar para alguien.
Hoy algo me trajo a la memoria unas vacaciones que hice con mis hijos de pequeños, que fueron bastante accidentadas... Los niños tenían 8, 3, y 1 año . El año anterior no viajamos a ver a la familia porque así lo decidí yo, que pese a las ganas de ver a los míos, empezaba a cansarme de esos viajes de dos dias en coche con niños tan pequeños (sin hablar del padre que era casi peor, qué digo: 20 veces peor...)
En fin, ese año mi marido acababa de empezar en un nuevo trabajo y no tenía vacaciones, tampoco estaba nunca en casa... Así que hablé con él y le dije que me iba a Portugal a pasar unos días de playa con los niños y ver a los abuelos. Él me sugirió visitar a sus padres que apenas conocían al mayor, habían visto una vez a Rosalía y nunca a la pequeña... Tampoco es que se murieran de ganas, para mi suegra que tenía varios nietos, solo existían algunos y por supuesto no eran mis hijos. Aún así, hice planes para compaginarlo todo. Empecé por comprar vuelos de ida a Sevilla con vuelta desde Lisboa. Alquilé un lugar en la playa, les pedí a mis padres que se vinieran con nosotros y una vez todo organizado llegó el día.
Fuimos en coche al aeropuerto de Ginebra, facturamos el equipaje y como quedaba tiempo y era la hora de comer, pensamos en comer juntos en el restaurante, para que los niños no lo derramaran todo en el avión. A la hora del embarque, una azafata nos hizo pasar delante de todos y nos acompañó hasta el avión. Todo bien, salvo las caritas de mis 3 niños al ver que empezaron a traer las bandejas del almuerzo y que a ellos nada... "¿Por qué no nos traen a nosotros?" Estaban tan decepcionados que les pedí 1 zumo y un par de cositas para picar.
La escala en Madrid fue caótica, una fila enorme para  acceder a las tarjetas de embarque para Sevilla, gente por todas partes, un calor sofocante, ni azafata ni nadie que le importara verme con una niña en brazos, el bolso con lo imprescindible y pendiente de no perder a los otros dos, todo lo contrario, si me salía de la fila inmediatamente cogían mi sitio, así que le dije a Jon que no soltara la mano de su hermana que se tiró al suelo diciendo que estaba cansada. Jon le tiraba de los brazos arrastrándola por el suelo, su  bonito vestido tenía el aspecto de una fregona. Finalmente obtuve las tarjetas y corriendo, porque ya era la hora, llegamos a la puerta de embarque para ver que el vuelo se retrasaba 40 minutos, por fin sentados, uuufffffff!!


CONTINUARÁ...

2 comentarios:

  1. prometem mesmo. das nossas conversas,minha memória guardou alguma coisa,mas vou gostar de ler a
    continuação.

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